No me gustan los helicópteros. Por
las noches el barrido de sus hélices heladas, rompen con los sueños, saturan el
aire de algo tenebroso. Por suerte hay días sin helicópteros, entonces sueño.
Audaces sueños pueden venir. La resurrección de la carne. Amar a todos los
vendedores del mundo. Besar sin cansancio al hombre del momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario