miércoles, 24 de abril de 2013

neuronas


El doctor sabe mucho de neuronas
mientras habla
imagino
una banda de estrellas perezosas
Sólo me muevo para hacer café
Si uno deja la cama
las sábanas se ponen como un mármol
Mao le deja pocitos al colchón
y Buma se come las almohadas
Uñas y pelos de gato,
papeles dorados de alfajor,
tazas con manchones negros
cosas que respiran
como una criatura de 7 años
Todo tiene un pequeño corazón,
su motor,
eso que  hace
caminar hacia algún sitio.



lunes, 22 de abril de 2013

La inundación


Hace millones de años
llegó en los tiempos del desorden
en aquel tiempo
donde el ojo ciego se fijaba a la ventana
un río
que al principio fue
una gran mancha sobre la tierra.

Desde los techos de nuestras casas
vimos el agua
la vimos venir nocturna
cubierta por el arrugado tul del alumbrado público:
una novia hundida en sueños de paciencia y esperanza
que escupía hacia nosotros
todo lo que había arrancado de su lugar
mientras los sonidos de su boca
perturbaron la calma de los perros
que ladraron hasta que la creciente se los tragó.

Las cosas se hundían y volvían a salir a flote
la fuerza del agua nos hipnotizó
y la espera en los techos
se hizo cada vez más callada.
Uno de nosotros suspiró
se podían escuchar
el griterío de los pájaros
y las instrucciones de un hombre de familia.

Todos los días luchamos contra el horror.

El agua negra
dejó ver los ataúdes flotando y chocándose entre sí
el agua trepaba por la iglesia del cementerio.
Mi hermana lloró
imaginamos a papá rescatando electrodomésticos
y al primo Mario con la guitarra encima
yo miraba la lucecita roja de los porros.

La casa de Sabino y mamá
sabían lo corta que es la vida.
Después vimos una pantera acostada
sobre bolsas de arena.
Mamá se había sentado con las piernas colgando
y miraba fijo el borde
la creciente nos atornilló a los techos
igual que el aburrimiento.

Todos los días
luchamos contra el horror.

Nos movemos
por las olas del dulce naufragio familiar
hoy el sol es blanco
y la casa se inundó con el olor de tus tostadas,
de tu leche caliente.
El sonido de tus pasos
me hace pensar en otros
y en ese mal que no tiene por qué
te miro y veo
en el trabajo que nos pone la soledad.
Me hundo entre las sabanas
queriendo no despertar, siempre,
a la madrugada
y tener que hurgar en las conversaciones ajenas:
no estarías de acuerdo en escuchar
lo que los otros dicen
pero -pienso-
la curiosidad desconoce de motivos.
Nuestra preciosa educación
No pudo
con el deseo mejor guardado
no entendimos
la lección más satisfactoria del amor
obedecimos
y la perfección en nuestro trabajo
es ese hijo que negamos
y el culto por los amores estériles.