miércoles, 19 de febrero de 2014

Una corriente invisible

Una navidad de 39 grados
te trajo a mi casa
yo miraba
un documental sobre Napoleón
empezaste a hablar de esa mujer
y hablaste tanto que
por un momento pensé
que me asfixiaba.
No te conocía
pero me pareciste desorientado
igual que yo
dejamos de ser compañeros de la facultad
y pasamos a ser algo
que nunca dejó de ser extraño.
De a poco
te fuiste acostumbrando a mí,
tu inteligencia
como una enfermedad exhibicionista
hacía aparecer
el inestable relieve de las cosas
yo me dejaba arrastrar por una corriente invisible.
Tenías miedo de perder la juventud,
de conocerle la cara al fracaso.
Al final
fuimos como dos  leprosos
habitamos la villa de nuestras miserias
y nos comimos la piel.
Ahora
en esa que era tu casa
sé que dejaste  a Perrín
atado en la terraza
junto a la soga de ropa
que cuelga
movida por el viento.

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