La última vez que viniste
a visitarme
era julio, hacía frío
y fue el mes
en que murió mi abuelo
vos estabas radiante
de esa oscuridad perruna
que te caracteriza
y yo
hacía equilibrio
sobre una conciencia blanca
que hubiera abrumado
a cualquier terapeuta
mi abuelo
murió de madrugada
en la cama de un hospital
cerca de mi casa
Hoy me llega tu mail
me contás de vos y
de tu hija de tres meses
y no siento nada
continúo
en un movimiento aprendido
de la naturaleza:
soy como la hoja
que se suelta de la rama.