Él no sabe que leo. Coincidimos
en un minúsculo cuadrado de sol que cerca de las 3 de la tarde se forma sobre
la cama. Leo unos poemas de Lorca. El color amarillo está en todo, pienso que
estamos en otoño y se viene un recuerdo de mis días de estudiante: en el teatro
de Arlt el amarillo era el color de la muerte.
Me quedo en un rincón de la cama.
Tu cuerpo se extiende en el sol y gana superficie: una de tus patas se posa en
el libro y entorpece mi lectura, la posibilidad de ver la letra impresa. Un
libro es para vos algo más en donde posar tu peluda anatomía.
Duermen sin medida, los gatos, a
la hora de la siesta.
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