Estoy en un baño. Trato de
encender un calefón que parece antiguo, está oxidado, tiene el color de los metales
viejos; hay una palanca que supongo es para encenderlo, cuando la subo, la
llama hace un ruido tan fuerte que me deja sorda, hay demasiado fuego, y si bajo
la palanca, se apaga.
Salgo a pedir ayuda. Afuera hay
un hombre sentado en un sillón, creo que está mirando la tele; al lado, está mi
hermana, ella sólo me mira. Yo le digo al hombre: “abuelo” y él me mira como
ofendido, pienso que se ofende porque lo llamé así, por una cuestión de edad, entonces
le digo por su nombre y le aclaro que le dije así porque el calefón me hizo
acordar a uno que había en la casa de mis abuelos.
El hombre entra en el baño, yo le
sigo, él activa la palanca, se hace un fuego grande y de nuevo el ruido
ensordecedor, el hombre me mira y me pregunta: “¿A quién está mirando el fuego?”.
Me despierto.